Phentermine es una ópera de Haendel (sin comentarios)

viernes, 10 de abril de 2009
El argumento es algo así:

ACTO I
La joven Phentermine, hija de Príapo, cae enamorada de Zeus convertido en un tuno de Agrónomos. Zeus, transfigurado en semejante engendro, denota cierta impotencia a la hora del ayuntamiento marital. Phentermine, desolada por su desdicha, pide cita en el Oráculo de Delfos a través de un teléfono 805 en busca de solución al mal que aqueja a su amado tunante. Empobrecida tras la factura de su proveedor de telefonía, llora desconsoladamente a orillas de la laguna Estigia. Flegias, guardián del lago, al oir su llanto, hace que Hades invoque a Viagra, el vetusto pero viril gigante, patrón de Torres de Esgueva (provincia de Valladolid), para solucionar el desaguisado.

ACTO II
El gigante Viagra, iluminado por la sabia Atenea, había dado a los hombre un preparado herbal a base de una papaveracea que solo crece en la Tracia. Sin embargo dicho filtro amoroso no era efectivo en los tunos debido a una ancestral maldición. Mientras tanto, Zeus, el de la veloz bandurria, adaptaba canciones de Alejandro Sanz para las Olímpicas rondallas. Dejada ya a su suerte, Phentermine se dispone a tomar un Cicuta On the Rocks. En ese momento, despechada, la diosa Hera hastiada de los trinos de su marido el tuno, desliza con un soplido el nombre de un remedio para la impotencia tunante. Phentermine y Zeus yacen felices mientras el resto de los dioses cantan los clavelitos.

ACTO III
Miles de tunos llegados desde los confines de Tartessos, buscan tan deseado brebaje. A tal efecto, secuestran a Phentermine. Los dioses preocupados por el aumento del precio de las panderetas, forman ejército a las órdenes de Ulises, el de los 20 años de farra. Ambas huestes, tunios y troyanos se enzarzan en una serie de farragosas guerras (las famosas Guerras Túnicas). Mientras tanto, presa de las huestes carpetovetónicas, la pobre Phentermine contrae el mal español. En un último aliento, confiesa a su asistenta que su corazón siempre será Heavy. Tambaleándose canta “los rockeros van al Hades”, de Barón Rojo. Mientras los tunos van tendiéndola sus capas, cae al suelo, se pincha con un imperdible de las cintas de una capa y expira.

De aquí.

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