Lo bien que sienta el café por la mañana, bien calentito, para despertarse. Cuando las nubes del sueño aún permanecen en los ojos. Sorbo a sorbo, las últimas hebras oníricas deslizándose. Cuando se enumera las cosas que han de hacerse durante el día, una a una, escapándose de entre los ojos legañosos. Una preparación perfecta para comenzar el día.
Y un té por la tarde, sobre todo en las tardes lluviosas. Calentito y humeante, con un buen libro, sorbo a sorbo, el sabor especiado en el paladar, mientras la historia se desarrolla en las páginas.
Sin más, os dejo con la música del momento:
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