Tus ojos me preguntan tristes y quieren ahondar en mi sentido como la luna en el mar.
Sin esconder ni retener nada, te he desnudado mi vida, desde el principio
hasta el fin.
¡Por eso no me conoces!
Si yo fuera solo una joya, podría partirme en mil pedazos y hacerte una
sarta para el cuello.
Si yo fuera solo una florecilla redonda y dulce, podría arrancarme de mi
tallo y ponerme en tu pelo.
Pero ¿dónde están, amor, los confines de mi corazón?
Tú no conoces bien mi reino, aunque seas su emperadora. Si esto fuera solo
un momento de placer, florecería en una sonrisa fácil y tú podrías verla y comprenderla en un
instante.
Si fuera esto solo un dolor, se derretiría en claras lágrimas y tú verías lo
más hondo de su secreto
sin hablar él una palabra. Pero esto es el amor. Su dolor y su placer no
tienen límites,
y son sin fin en él necesidades y tesoros. Está cerca de ti como tu vida
misma, amor mío,
¡pero tú nunca podrás llegar a conocerlo del todo!
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